De un tiempo a esta parte, he podido comprobar una evolución en algunos de los cantautores más personales, únicos y con mayor mundo propio que han pasado por mis oídos en las últimas décadas. Con el paso de los años, han llegado a la madurez musical reinventándose como autores reivindicativos de lo social y lo político. Tal es el caso de Nacho Vegas y Benjamin Biolay, ambos bastante activos en sus cuentas personales de la red social Twitter, en las que hacen uso de su opinión, nunca exenta de polémica, y del consiguiente revuelo tuitero con sucesivos varapalos y apoyos.
Nacho Vegas, creador de la denominada (no sin ironía) “Canción pesada asturiana”, lanzó en abril de este año el álbum Resituación, 11 temas que daban más importancia a lo social que a lo personal, aunque claro, conjugando esta mezcla a la perfección, como era de prever en un trabajo realizado por este incombustible hombre de las letras.
Este último trabajo es el más claro ejemplo de la “Canción escrache”, destacando el tema Polvorado, un clásico de nuestro tiempo, 3 minutos que cuentan más de la crisis actual, su origen y quién se está beneficiando/perjudicando con ella que la mayoría de debates políticos a lo Sálvame Deluxe, a mayor gloria de Paco Marhuenda, Alfonso Rojo (¿le fastidiará mucho apellidarse así?) o Inda, en una época en la que los políticos son moldeados por Expertos de imagen, se le da más importancia a la gesticulación que a los hechos y palabras y se llama a programas del corazón para obtener votos. Basta con fijarse en que Indefensos es el título de la pista con la que abre Resituación, para saber en qué punto nos encontramos.
La chanson escrache francesa y la canción escrache española
Prefiero lo de Anguita: “Claro que soy antisistema: soy anticapitalista”.
— Nacho Vegas (@NachoVegasTwit) octubre 1, 2014
En Twitter, Nacho Vegas participa activamente en eventos sociales, da visibilidad a los problemas de la ciudadanía y le ha permitido renovarse como cantautor -considerado- maldito, con una musicalidad pop alegre que se contradice, en cierta forma, con los temas que trata.
En el caso de Benjamin Biolay, en su evolución veo semejanzas con respecto a su espejo, Serge Gainsbourg. Cuando empezó su carrera como cantante, todo el mundo dijo que era su sucesor: voz similar, manera de cantar, buenas letras y muchos dúos musicales. Con el tiempo las similitudes se han ido acrecentando, sobre todo cuando Benjamin Biolay se convirtió en un exitoso compositor y productor de canciones interpretadas por artistas femeninas (Françoise Hardy, Elodie Frégé, su hermana Coralie Clément o Vanessa Paradis, entre otras).
voilà …PERSONNE ne vote parce comme un artiste ou un sportif comme un mouton. C’est du folklore pour éviter les vrais sujets qui fachent
— Benjamin Biolay (@Benjamin_Biolay) octubre 2, 2014
Actualmente, acaba de publicar una colaboración junto a Vanessa Paradis llamada Pas Besoin De Permis, mientras en Twitter es atacado por haber expresado su opinión en contra del partido político de Marine Le Pen, el Frente Nacional, tras su victoria en las elecciones al Parlamento Europeo, con la canción Le Vol Noir, todo un himno, y lo suficientemente bueno como para haber provocado más de un comentario ofensivo hacia su persona.
No hay que olvidar, hablando de estos dos artistas, que en los años 60 y 70, la música folk y pop con elevada carga social estaba a la orden del día, tanto en Francia (Chant de révolte) como en España y Latinoamérica (Canción protesta), cuyo testigo fue cogido por estilos más urbanos como el rap y el rock en décadas posteriores, hasta quedar limitado a cuatro o cinco artistas de cierto renombre mundial en la actualidad, con suerte. Tal vez era no sea una buena definición para lo que estamos viviendo, pero seguro es una nueva etapa, un paso adelante en la historia de la música de carácter social, con más capacidad para opinar además de cantar.
En definitiva, habrá quien les prefieran en otras circunstancias musicales, sin embargo la política también está en sus vidas y tienen derecho a expresar sus pensamientos de otros temás más allá de la música. E igual que ellos pueden, también debería poder Russian Red, a la que le llovieron bastantes palos por decir que prefería al Partido Popular, como si no fuese, por otra parte, bastante obvio (aunque luego se arrepintiera).
(Madrid, 1987) Escritor de vocación, economista de formación, melómano, cinéfilo y amante de la lectura, pero más bien amateur.