La risa falsa (y la sincera)

La risa falsa (y la sincera) 1

Dicen los estudios -que perfectamente pueden hacerse para contradecir al estudio anterior- que nuestro cerebro es capaz de diferenciar una risa falsa de una sincera. Quiero pensar que se refiere al clásico tú a tú, porque en un grupo amplio difícilmente se podrá mostrar, tu cerebro, como una herramienta multi-tarea y capaz de separar cada risa y cada rostro para asimilar la verdad de cada carcajada. No es que sea un tema que me impida dormir, pero me hace gracia (auténtica y de mentira).

Todo el mundo sabe, o al menos así lo dicen, que los gustos son como los culos, cada uno tiene el suyo; lo mismo pasa con el humor, que cada cual tiene uno personalizado. El otro día veía No molestar y me dio por pensar en ello, claro. Da la casualidad de que hay escenas que hacen reír a toda la sala de cine; en cambio, hay otras que sólo dan risa a dos de los cincuenta presentes, por ejemplo. Si prestas atención a un grupúsculo de amigos o conocidos en la calle, en el transporte público o en un bar (hazlo con disimulo, ejem), verás que las risas son unánimes, sin importar de quién viene la broma o la graciosa anécdota.

A veces estos grupos están cortados por un mismo patrón, todos los individuos que lo forman se parecen, por tanto se puede entender que todos coincidan en su comprensión humorística. Pero, ¿qué pasa cuando das con una pandilla integrada por gente la mar de disonante entre sí? Es de suponer que si se ríen es porque les hace gracia, ¿no?, aunque luego les preguntes por La cena de los idiotas y cada uno te diga una cosa completamente opuesta a la otra, o sobre Torrente 3, o sobre Acordes y desacuerdos… A fuerza de costumbre, quizás, la comprensión del humor grupal se hace patente con el tiempo.

¿Se puede saber si es risa falsa o sincera?

No entiendo nada. A lo mejor es por inercia, a lo mejor es por pereza. Seguramente ni estás escuchando, pero es lo que toca, es lo socialmente establecido, lo que nos hace amigos, sobre todo, además de las experiencias vividas juntos, esas que harán que luego os riáis con ganas, digo yo, una vez pasado un tiempo. Pero también te puedes reír como Nacho Peña (aunque ahora se ha puesto serio), muy falsamente, y caer muy bien a la gente que es como él, que se presenta capaz de hablar y sonreír al mismo tiempo. Esa gente me da miedo, me da miedo porque no sé qué expresión poner yo durante todo lo que dure su monólogo, no sé si adaptar mi expresión a la suya, todo el rato, si mantenerme serio, pues lo que cuenta no cambiaría de concepto con otro gesto, o si lo mejor sería no mirarle a los ojos. Yo creo que lo más recomendable sería ponerle la mano en el hombro, para intentar ponerle igual de incómodo que él a ti, si es que es posible.

No es fácil ser sociable o ser social, si no tienes las dotes adecuadas para ello. Hay gente que adapta un rol concreto y lo acepta en sociedad. Si eres el gracioso, lo mejor es que no te salgas de tu papel, podrías asustar a los que te conocen. Ya lo decía Frédéric (Bernard Verley) en El amor después del mediodía (más o menos): mi carácter depende de con quién me encuentre, no actúo igual con mi mujer, donde tiendo a ser un payaso y bromear, que en el tren o en el trabajo, donde me muevo en un entorno diferente, sin por ello estar fingiendo en absoluto. Lo de ser y nuestras circunstancias, supongo. Esto también da mucho miedo, porque si se piensa en ello de forma extrema, es preferible no ir y darle vueltas a la posibilidad de un contexto más extremo, violento o delicado.

O lo de la risoterapia, eso me da auténtico terror, cuando lo veo en las noticias, qué gente tan espeluznante (sin intención de faltarles). Esas personas forzándose, esforzándose, con la excusa de que de tanto estirar se acabarán rompiendo…el culo de risa. Yo no me lo creo, pero es que aunque me lo creyese tampoco estaría hecho para obligarme a reír, incluso aún estando predispuesto. Con la de formas que hay de ganarse la vida -el otro día mismo vi en la televisión a un “Coach” que hacía que la gente se “quemase” las suelas de los pies para ganar confianza en sí mismos y dejar de cuestionárselo todo- y yo sin venderle a nadie una forma de salvarles de sus “anodinas y tristes vidas”. El mundo está lleno de buenas personas, una pena que generalmente lo sean cobrando.

¿Y cuál es la conclusión de todo esto? Pues obviamente ninguna, porque cada uno es como es, puede que a algunos les haya hecho gracia algo de lo que he dicho y a otros les haya aburrido sin remedio y hasta molestado. Pase lo que pase o sea lo que sea, os respondo a todos con un sonoro jajajaja, la mejor respuesta a una conversación sin gracia y a un diálogo sin réplica posible. Una forma de dar fin a un tema y de continuarlo, en función de la sinceridad que vaya implícita, o no. Jejeje. Porque no es lo mismo reír que sonreír (reír tiene más son, a pesar de lo que indique su nombre).

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