La sociedad no es más que una colección de individuos, lo dice el autor de este libro, o su álter ego ficticio. La sociedad, en resumidas cuentas, eres tú juzgándome a mí, y viceversa. El protagonista de Indigno de ser humano cuenta que desde siempre se ha sentido incapaz de enfrentarse al mundo, que el miedo y la falta de carácter eran causas superiores. Su máxima era contentar al resto de personas, su mayor carga el sentimiento de culpa; ser sociable por fuera e intratable por dentro.
Hay personas así, atormentadas del todo y por todo, desde que tienen uso de razón, e incluso antes, incapaces de sentir nada que no sea tristeza, pena u horror, salvo felicidad en muy pequeñas dosis, escasísimas, que acaban por hacerles más desgraciados de lo que ya eran antes. Esta clase de gente suele acabar mal, son demasiado destructivos, tanto para ellos mismos como para los que les rodean, siempre que estos últimos se preocupen de verdad por ellos.
Relacionando lo dicho en el primer párrafo con lo que escribí sobre la risa falsa y la sincera sobre la risa falsa y la facilidad para hacer estudios sobre todo, uno piensa en la suerte que tuvo el atribulado Osamu Dazai de no vivir en estos tiempos, porque le habrían amargado aún más su penosa existencia, cuyo final fue aún más triste que el de sus novelas (se suicidó repitiendo el mismo método por el que la primera vez fracasó, algo que yo creo no es muy inteligente, porque llevó a cabo el plan con una mujer en ambos casos, consiguiendo que la primera falleciera mientras él sólo quedaba herido… según la novela).
Indigno de ser humano, de la necesidad de incomprensión y encontrarse a uno mismo
Su personaje, de quien Dazai nos habla en Indigno de ser humano (él es el indigno), comenta que vive a base de bufonadas, una manera de satisfacer sus deseos de agradar a los demás. Algo que conecta de nuevo con el post sobre la risa falsa mencionado antes: la necesidad de mantener un rol socialmente establecido para estar a gusto entre la gente. En cualquier caso, lo más interesante para mí es el planteamiento que hace sobre la necesidad de la humanidad de dar recovecos a las palabras para decir cosas diferentes de las que quieren significar, en nunca ser claros y equivocar a las personas. En definitiva, en dificultar las relaciones personales, engañar sin sentido, pero no mentir. Extraño, y sin embargo muy habitual, la hipocresía. Al menos así dejarían de existir los malentendidos.
Existe una película de animación japonesa realizada en el año 2009 y llamada No Longer Human (no estrenada en España). La crítica a la hipocresía de la sociedad, esa que tanto se preocupa por guardar las apariencias, por mantener buenas relaciones con gente que no les gusta, por hablar sin escuchar, aunque sea por miedo a permanecer callados juntos. Si fuésemos sinceros, seguramente nos odiaríamos más, al menos más de lo que nos podemos odiar ahora entre nosotros, si cabe, pero también nos comprenderíamos mejor, todo sería más fácil. Por eso, si yo hubiese conocido al protagonista de la novela y hubiese tenido la oportunidad de darle un consejo que evitara su debacle, éste sería que intentara relajarse, en general. No me iba a hacer ni caso porque, como decía, esa manera de ser y de pensar se encuentra en su propia naturaleza, no tiene arreglo, por mucho psicólogo que visite, creo yo. Pero oye, al menos que le quede claro un detalle:
Nadie es digno de ser humano, aunque sí unos más susceptibles que otros.
«Para entonces hasta yo estaba empezando a tener una ligera idea de qué se trataba. O sea, una lucha entre individuos. Y una lucha que el ganarla lo supone todo. El ser humano no obedece a nadie. Hasta los esclavos llevan a cabo entre ellos mismos sus venganzas mezquinas. Los seres humanos no pueden relacionarse más allá de la rivalidad entre ganar y perder. A pesar de que colocan a sus esfuerzos etiquetas con nombres grandilocuentes, al final su objetivo es exclusivamente individual y, una vez logrado, de nuevo sólo queda el individuo. La incomprensibilidad de la sociedad es la del individuo. Y el océano no es la sociedad sino los individuos que la forman. Y yo, que vivía atemorizado por el océano llamado «sociedad», logré liberarme de ese miedo.»
– Osamu Dazai. Indigno De Ser Humano. Sajalín. 9788493741372.
Leí y califiqué Indigno De Ser Humano con ★★★★ el 2 de julio de 2015.
(Madrid, 1987) Escritor de vocación, economista de formación, melómano, cinéfilo y amante de la lectura, pero más bien amateur.